Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.
Sun Tzu. El arte de la guerra (capítulo 3)
Como comentamos en la publicación previa, queremos darle “entidad” a los Factores de Riesgo ya que su insuficiente detección proactiva y el pobre control de los mismos merecen dedicarle un espacio “particular” para generar una mayor conciencia respecto de la importancia de su detección y de su adecuado control. En esta segunda publicación, nos enfocaremos en sedentarismo, inadecuados hábitos alimentarios y excesivo consumo de alcohol en relación con los 6 grupos de patologías mencionadas.
Cada uno de estos Factores de Riesgo serán abordados (siempre que dispongamos de datos confiables) desde una doble perspectiva: la prevalencia y el riesgo atribuible. La prevalencia expresa qué porcentaje de la población evaluada presenta cada factor de riesgo; tomaremos como referencia las 4 Encuestas Nacionales de Factores de Riesgo llevadas a cabo por el Ministerio de Salud de la Nación en los años 2005, 2009, 2013 y 2018 ya que tienen un diseño similar en casi todas las variables analizadas, lo que las hace comparables. El riesgo atribuible poblacional (habitualmente expresado en porcentaje) indica en qué porcentaje podría reducirse un outcome (resultado) si se quitase la exposición (factor de riesgo). Ajustado en base a ciertas variables de interés, es una excelente herramienta desde el punto de vista sanitario ya que permite seleccionar las intervenciones que resultarán más costo/eficientes. Para obtener los valores del riesgo atribuible a cada factor de riesgo en cada una de los 6 grupos de enfermedades crónicas más relevantes, tomaremos los datos para Argentina del IHME (Institute for Health Metrics and Evaluation) provenientes del estudio GBD 2019 Study Collaborators (Lancet 2020; 396: 1204-1222).
ACTIVIDAD FISICA BAJA
Las últimas 3 ENFR (Encuestas Nacionales de Factores de Riesgo) recogieron información sobre nivel de actividad física (baja, moderada y alta) siguiendo el protocolo IPAQ (International Physical Activity Questionnaire) y no sobre sedentarismo explícitamente.
PREVALENCIA
El protocolo IPAQ establece un marco temporal de 1 semana; se consideró actividad física baja a aquellos que no hicieron actividad física o no llegaron al nivel de actividad moderada (al menos 3 veces por semana de actividad física intensa, por 20 minutos o 5 días por semana de actividad física moderada por 30 minutos). La prevalencia de actividad física baja en la 4ta ENFR fue del 44.2% (significativamente menor que la prevalencia del 54.7% observada en 2013). La prevalencia fue mayor en mujeres que en varones (46.6% vs 41.5%) y se fue incrementando en la medida que avanza la edad (33.5% en aquellos de entre 18 y 24 años a 56.7% en los mayores de 65 años). Las principales razones por las cuales los participantes dijeron no hacer más actividad física fueron: falta de tiempo (40.3%); razones de salud (24.4%) y falta de voluntad (14.5%)
RIESGO ATRIBUIBLE
La fuente consultada no ofrece cifras de riesgo atribuible de mortalidad para el sedentarismo / actividad física baja en el grupo etario entre 50 y 69 años (de ambos géneros)
INADECUADOS HÁBITOS ALIMENTARIOS
Durante los últimos 30-40 años, se produjeron cambios sustanciales (para peor) en los hábitos alimentarios en Argentina (particularmente, en los centros urbanos); estos cambios son producto de múltiples situaciones: deterioro de la situación económica, menos tiempo para dedicar a la preparación de la comida, presiones publicitarias entre otros. La resultante es el mayor consumo de alimentos de alto nivel de saciedad pero menor nivel nutritivo; si agregamos que hay un mayor nivel de sedentarismo entre los niños y después de los 60 años, el exceso de peso que resulta de la peor calidad de la alimentación y la menor actividad física, resulta un “caldo de cultivo” propicio para el desarrollo y/o empeoramiento de las Enfermedades Crónicas. En la próxima publicación nos referiremos al exceso de peso.
Dadas las características de las fuentes que hemos seleccionado para extractar y reflexionar sobre los datos, veremos: la prevalencia del consumo de sal una vez cocidos los alimentos; las raciones de frutas y verduras consumidas diariamente y el riesgo atribuible de mortalidad en el grupo etario de 50 a 60 años asociado al alto consumo de carne roja (según la recomendación de la OMS, superior a los 500 gr por semana).
PREVALENCIA
Consumo de sal
Se evaluó el agregado de sal a la comida después de la cocción o una vez que está servida en el plato; la prevalencia de este en la 4ta ENFR fue del 16.4% (similar al 17.3% observada en 2013 y significativamente inferior a las 2 primeras encuestas); después de los resultados obtenidos en 2005 y 2008, se comenzó con la campaña “salero no”. La prevalencia fue similar en varones y en mujeres (17.7% en varones y 15.3% en mujeres) y la prevalencia se reduce en la medida que aumenta el grupo etario (quizás, en parte, por la presencia de patologías en las que recomiendan reducir el consumo de sal).
Otro elemento que se evaluó es el agregado de sal al agua de cocción; en este caso, la prevalencia fue del 68.9%. Las mujeres lo hacen más frecuentemente que los varones (70.8% en las mujeres vs 66.8% en los varones) y esta prevalencia también desciende con el aumento de la edad.
Estos datos permiten entender las razones del elevado consumo de sal en Argentina: se consume un promedio de 11 gr de sal por día (muy por encima del techo de los 5 gr diarios recomendados por la OMS).
Consumo de frutas y verduras
Respecto del consumo de frutas y verduras, la OMS recomienda ingerir no menos de 5 porciones de frutas o verduras al día.
Los datos que arroja la 4ta ENFR muestran que el consumo diario promedio de frutas y verduras es de 2.0 porciones (similar a la observada en 2013, que fue de 1.9 porciones diarias). Este promedio es similar en varones y en mujeres (1.9 vs 2.1) y se incrementa en la medida que avanza la edad (1.9 porciones diarias en aquellos de entre 18 y 24 años y 2.3 porciones diarias en los mayores de 65 años). Analizados los datos de otra manera, sólo el 6.0% de la población consume 5 o más porciones diarias de frutas y verduras. Este porcentaje es menor en varones que en mujeres (5.5% vs 6.5%) y tiende a incrementarse, aunque no linealmente, en la medida que avanza la edad (5.7% en aquellos de entre 18 y 24 años y 8.0% en los mayores de 65 años).
Paradójicamente (o no tanto), estos “pobres resultados” se asocian con una percepción bastante diferente: el 42.7%% dice comer la cantidad suficiente de frutas y verduras y un 36.6% explica su bajo consumo en factores individuales (escaso tiempo, no le gustan las frutas o verduras, prefieren otras comidas entre otras). Cuando se preguntó si percibían que su dieta (en general) era poco / nada saludable, sólo el 28.2% convalidó esta afirmación; la principal razón (59%) de tener una dieta de “pobre calidad” fue los hábitos alimentarios.
RIESGO ATRIBUIBLE
Como se mencionó más arriba, los resultados que vamos a mostrar son lo asociados al alto consumo de carne roja, que son los que figuran en los datos para Argentina del IHME (Institute for Health Metrics and Evaluation) provenientes del estudio GBD 2019 Study Collaborators (Lancet 2020; 396: 1204-1222); los datos se refieren (como en otros Factores de Riesgo de este documento) al riesgo atribuible de mortalidad del grupo etario entre 50 y 69 años (de ambos géneros).
El Riesgo Atribuible en la Enfermedad Coronaria es del 12.9%; en el Accidente Cerebro-Vascular del 18%; en la Diabetes es del 14.5% y en cáncer de colon, el 12.1%. Esto está, básicamente, asociado al contenido de grasas saturadas presentes en las carnes rojas.
CONSUMO EXCESIVO DE ALCOHOL
Según datos del año 2018 de la OPS (Organización Panamericana de la Salud) Argentina y Uruguay son los 2 países que tienen el más alto consumo de alcohol en la región; según ese informe, en Argentina se consumen un promedio de 14,6 litros de alcohol puro per cápita, lo que arroja un promedio de 31,5 gramos de alcohol puro por día.
Desde nuestra óptica de las Enfermedades Crónicas, nos enfocaremos en el CARR (Consumo de Alcohol Regular de Riesgo) y su relación con los 6 grupos de Enfermedades Crónicas que venimos analizando. La definición de CARR para el cálculo de prevalencia es el consumo promedio, durante los últimos 30 días, de 1 trago por día para las mujeres y 2 tragos por día para los varones. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), cada trago contiene 13,5 gramos de alcohol puro (lo que equivale a 330 ml de cerveza o 150 ml de vino o 40,5 ml de bebidas destiladas)
PREVALENCIA
La prevalencia de CARR (Consumo de Alcohol Regular de Riesgo) en la 4ta ENFR fue del 8.4% (sin diferencias significativas respecto de la prevalencia del 7.8% observada en 2013). La prevalencia fue mayor en varones que en mujeres (10.8% vs 6.3%) y resultó mayor en las edades más jóvenes (11.6% en aquellos de entre 18 y 24 años y 10.1% en los de entre 25 y 34 años). En el grupo etario en el cual se evaluará el Riesgo Atribuible, la prevalencia resultó ser del 7.3%
RIESGO ATRIBUIBLE
Los resultados que vamos a mostrar corresponden al grupo etario entre 50 y 69 años (de ambos géneros) ya que es el período donde las manifestaciones clínicas de las Enfermedades Crónicas que estamos enfocando aparecen o se encuentran ya instaladas. Volcaremos aquí las correspondientes a riesgo atribuible de mortalidad.
El Riesgo Atribuible del CARR se manifiesta en el Accidente Cerebro-Vascular (15.5%) y en ciertos cánceres: Esófago (36.9%), Hígado (36.6%) y Laringe (34.2%). Desde el punto de vista de la Salud Pública, debemos considerar no sólo las muertes evitables sino también el consumo de recursos de salud destinados al tratamiento de las patologías y sus complicaciones previos a la muerte y de aquellos que no fallecen. Debemos tener presente que desde el momento en que la Enfermedad Crónica se torna clínicamente manifiesta, se abren 2 “frentes terapéuticos” y deben ser “atacados” al mismo tiempo: el tratamiento de la Enfermedad Crónica y el tratamiento de los Factores de Riesgo asociados.
Debemos tener presente que desde el momento en que la Enfermedad Crónica se torna clínicamente manifiesta, se abren 2 “frentes terapéuticos” y deben ser “atacados” al mismo tiempo: el tratamiento de la Enfermedad Crónica y el tratamiento de los Factores de Riesgo asociados.
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